jueves, 17 de junio de 2010

Arlt: el escritor maldito.


La crítica oficial de la primera mitad del siglo XX lo ninguneó. A partir de los 1950, su obra empezó a ser revalorizada. Hoy es considerado uno de los grandes escritores, sin discusión, de la historia de la literatura argentina. Es el primer novelista argentino, y el mayor, por donde se lo mire.

“Soy el mejor escritor de mi generación y el más desgraciado. Quizás por eso sea el mejor escritor”.

Roberto Arlt ha sido considerado el escritor maldito por excelencia de las letras argentinas. Este hombre que se ganaba la vida como periodista y cometía algunos errores de ortografía supo sintetizar en su obra literaria, como nadie, el desencanto de muchos argentinos imposibilitados de cumplir sus sueños, para quienes el orden social es la venda en los ojos que pretende ocultar la desigualdad.

Esa desigualdad de la que hablo es la que mantuvo a Arlt siempre marginado por la elite intelectual.

Basta recordar que él, uno de nuestros más grandes escritores, no publicó jamás en la revista “Sur”, de Victoria Ocampo, ni en la revista “Martín Fierro”, ni en los suplementos literarios de los grandes diarios, lo cual prueba de qué modo fue discriminado por los sectores dominantes. A los que en irónicamente respondió:

"Se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia".

Pionero y tal vez creador de un nuevo género, describe el mundo desde los márgenes. Y lo suyo no es ajeno a este plano: su vida entera transcurre de ese lado de las cosas. Miembro de una clase humillada describió que su situación declinaba invariablemente, trasladó ese sentimiento descorazonado a las páginas de la mayor parte de sus libros y al carácter de muchos de sus personajes.

Debió luchar en vida contra los prejuicios de quienes le criticaban su supuesta “incultura” y la “desprolijidad” e “incorrección” de su escritura; el propio Arlt era, por distintos motivos, bastante afecto a cultivar la imagen del gran incomprendido. Cargó en su espalda la imagen del escritor nunca felizmente reconocido por sus pares y por la crítica, cuyos valores estarían más allá de una escritura desprolija, llena de “imperfecciones”.

Este "escritor maldito", como él mismo se bautizó, se esculpió a sí mismo como un personaje más de su obra y, para eso, jugó y nos confundió con distintos datos y facetas autobiográficas .Sus personajes son hombres que han trascendido los límites de la convencionalidad: humillados, tramposos, inmorales.

Curiosamente Arlt le aseguró a su hermana a través de una carta:

"Sufro tanto como Erdosain “.” Si pude escribir un personaje tan torturado como él, es porque padecí lo mismo"

Ciertamente la figura del hombre torturado está reflejada en ese personaje. Muchas de las experiencias personales del autor sirvieron de materia prima para su novela “Los siete Locos”.

A fuerza de oficio y como obrero de la palabra, Arlt soñaba con los ojos abiertos en convertirse en un célebre escritor, pero desgraciadamente la realidad superaba a la ficción, en sus comienzos se incorporó como cronista policial en el diario Crónica, era uno de los cuatros encargados de la nota de carnicería. Con tanto talento como escritor ¿no era esto acaso humillante?

En el arte quiso encontrar una vida catárquica, que le permitiese borrar su niñez arrebatada y sumida en la pobreza y su carencia de amor. Durante toda su vida soñó hacer fortuna con algún invento genial, así como su personaje más inolvidable, desdichado empleado de clase media baja, humillado por su insolvencia, abandonado por su mujer.

Para Arlt, el sufrimiento es inherente al ser humano. Es su "sustancia". El Mal está siempre presente como una forma de autodestrucción. El humillado humilla a quienes están peor que él en la escala social. Y en su degradación transcurre su vida.

“Cada hombre lleva en su interior un verdugo de sí mismo”.

Hacia el final de su corta vida, un domingo 26 de julio de 1942 con tan solo 42 años y en una pensión fría de su "maldita Buenos Aires" muere de un paro cardíaco sorpresivo y fulminante el hombre atrapado por la gran ciudad y el nostálgico vacío de su mundo, muere el hombre humillado por sus jefes y condenado a una vida gris, muere el torturado, el hombre desgraciado, muere Arlt, el escritor maldito.